Sudáfrica, un destino de salvaje exotismo

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En el extremo ártico del continente africano, podemos encontrar un destino ideal para vivir el lujo de una experiencia incomparable con ningún otro rincón del planeta. Sudáfrica ofrece al viajero exuberantes paisajes, una vibrante cocina autóctona e internacional, la extraordinaria hospitalidad de sus gentes y meritorios caldos que han cosechado grandes éxitos en los mercados internacionales.



A la Compañía Holandesa de las Indias Orientales y el Gobernador de la Colonia, Johan Van Riebeek, debe este país sus pioneros cultivos de cepas europeas. Mientras que los hugonotes franceses emigrados a El Cabo a finales del siglo XVII aportaron su experiencia y los secretos de la elaboración del vino que han llevado estos caldos por los más prestigiosos certámenes y establecimientos del mundo.



La Pinotage es su principal seña de identidad. Mezcla de Pinot Noir y Cinsault, aporta a los tintos su personalidad y distinción, así como la robustez y los aromas que recuerdan al Beaujolais. Aunque quizás sean los blancos autóctonos, nacidos de Steem, Riestling y Sauvignon Blanc, los que más han servido de estandarte a Sudáfrica.



Tras algunos controvertidos episodios en su historia política, Sudáfrica está viviendo un renacimiento turístico del más alto nivel, atrayendo viajeros de todos los rincones del planeta que se interesan por su extraordinaria belleza natural, sus más de tres mil kilómetros de costa, sus sofisticadas ciudades emblema de las últimas tecnologías y tendencias o sus elegantes urbes de estilo victoriano.



Sin embargo, quizás una de sus más desconocidas facetas sea su profunda cultura del vino, de amplia presencia y tradición. Explorar sus rutas del vino y numerosas bodegas, de exquisito trato e impecables instalaciones, es una experiencia única, que cobra un aporte genuino en Stellenbosch.



Esta ciudad, la segunda más antigua del país, es la capital de los vinos sudafricanos, donde se concentra aproximadamente la mitad de las bodegas del país, aunque también son importantes focos vitivinícolas los valles de Swartland y del río Olifants o Constantia, el paraíso de los vinos dulces. Beyerskloof y Kanonkoop, que trabajan excelentemente con la Pinot Noir, Muratie y L’Avenir, destacados exponentes de los Bordeaux y Cape Blend, o ejemplares artesanos de la Semillon y la Sauvignon Blanc, como Vergelegen o Delaire, son algunas bodegas destacadas de esta zona geográfica, aunque indiscutiblemente, la Guía de Vinos de John Platter, debe ser el ‘libro de cabecera’ de los enoturistas del país. Por el momento, un adelanto según los criterios de Decanter, Cabernet Franc-Merlot de Amani Vineyards, es el mejor Bordeaux de 2008, y el mejor Rhone, Cederberg Shiraz.



A la hora de elegir el alojamiento, Sudáfrica ofrece una vasta gama de posibilidades y para los más exigentes, un selecto elenco de establecimientos de máximo lujo, que alcanzan su plenitud en los resorts privados, instalados en el seno de parques y reservas naturales, donde organizan suntuosos safaris, como el Palace of the Lost City, en pleno Parque Nacional de Pilanesberg, Sabi Sabi, en el Parque Nacional de Kruger, Sun City Resort, que también dispone de dos casinos, o Simbithi Eco Estate, en la ciudad de Durban.



Pero además de los vinos, Sudáfrica pone ante sus ojos y sus sentidos una gran variedad de aventuras apasionantes como los safaris, para tomar el pulso a la vida salvaje del continente, excursiones para el avistamiento de ballenas y delfines, buceo entre los restos de naufragios, o actividades más orientadas al relax en sus increíbles balnearios o sus campos de Golf de notable excelencia, como el Gary Placer Country Club, el Francourt Golf Estate o el Clovelly Country Club, que hacen de este país un paraíso para los golfistas.



Al sol más meridional del continente, Sudáfrica, bella e inesperadamente cosmopolita, siempre sorprende a quienes la visitan por primera vez.

Publicado
09/04/2009