Acabo de terminar mi último libro, consiste en una lista de 10 reglas para hacer frente a la tecnología digital. Mientras que talvez sea el libro más comercial y accesible que haya escrito hasta la fecha, decidí acudir a un editorial independiente. Y en retrospectiva, me doy cuenta de que el gancho de lo independiente no sólo es una tendencia editorial, sino que también afecta a todos en los medios, el mundo del espectáculo y, como no, la industria de los eventos.
Para mí, la decisión de utilizar una editorial independiente no fue nada difícil: escribo sobre la Web, que es casi imposible de predecir. Con una editorial tradicional, tengo que esperar al menos un año desde el momento en el que termino mi manuscrito hasta el momento en el que el libro aparece en las librerías. Sin embargo, una editorial independiente recibe un libro, lo mejora en la medida de lo posible y lo saca inmediatamente. No intervienen comités que diluyen mi mensaje y no tengo que preocuparme por el branding comercial; sólo las ideas, por favor. Gracias a la distribución online, y a la capacidad de llegar directamente a mi audiencia principal, tengo las mismas posibilidades de éxito –quizá mayores–, y además todo el mundo se queda con los beneficios, en lugar de tener que costear oficinas, plantillas desmesuradas y los dividendos de los accionistas.
Supongo que seguir este camino es algo que me imaginaba que iba a hacer tarde o temprano. Hace tiempo que lo anticipé. Pero no creo que el sector de congresos y reuniones vaya por los mismos derroteros y, desde luego, no por las mismas razones.
Los eventos han sido siempre acontecimientos centralizados que implican aviones, hoteles, etiquetas y autóctonos distantes y atractivos. Nos reunimos para ver a una docena o más de peces gordos desempeñar su papel en un escenario, con varias docenas de nuestros colegas participando en foros entre presentaciones. Y luego acaso nos vamos a jugar al golf, a hacer una excursión o a presenciar un espectáculo de segunda fila cuyos miembros suenan con volver a escena.
Todos sabemos que la revolución de las comunicaciones interactivas lo iba a cambiar, pero sólo unos pocos entendíamos cómo lo iba a hacer. Parecía como si las tecnologías descentralizadoras fueran a permitir sin más que la gente se reuniera online, en lugar de asistir en persona a los eventos, pero tiende a ser cierto todo lo contrario: ahora que tenemos a tantos colegas y clientes con los que sólo interactuamos a través del correo electrónico, apreciamos cada vez más las conferencias. Nos brindan la mejor oportunidad para conocer a personas reales.
Y así que la fiebre de las conferencias se filtra desde el mundo de las convenciones sectoriales a través del reino de las conferencias monotemáticas hasta llegar a la tierra de las personas reales. Después de todo, las personas reales están igualmente desconectadas las unas de las otras, como son los contactos en cualquier sector. El simple hecho de vivir en la misma ciudad que otra persona no quiere decir que interactúes con tus iguales vía un canal más tangible que la mensajería de texto.
Por lo tanto, el mismo impulso de colaborar –simulado pero nunca satisfecho del todo por la Web– impulsa una nueva gama de conferencias: eventos independientes anunciados en Facebook y celebrados en un campus o bar acogedor y mucho más estimulantes que la mayoría de lo que produce el sector profesional de las conferencias.
Puede que las nuevas ramificaciones locales de la conferencia TED, las franquicias TEDx, sean el mejor ejemplo hasta la fecha. En lugar de ahorrar, gastar y volar para asistir a una conferencia multitudinaria, cuyos contenidos pueden ser distribuidos vía el vídeo streaming, la gente crea sus propias conferencias. Invitan a expertos y personalidades locales, eligen temas más específicos y luego suben los vídeos a la Web donde están disponibles para todo el mundo. Y TED es tan solo el principal actor en el negocio de las conferencias locales; es de hecho un contraejemplo, ya que se trata de una marca internacional que se ha subido a la ola del localismo.
Las reuniones empiezan a parecerse cada vez más a los MeetUps, aquellos encuentros de los amantes de los doguillos o de las meriendas organizados a través de MeetUp.com. A la mayoría de nosotros nos cuesta conocer a la gente de nuestras comunidades más inmediatas, ni que hablar de las personas del resto del mundo. Y a medida que la economía siga contrayéndose, llevando por delante a gran parte de la banca central y del sector de las grandes corporaciones, los contactos profesionales locales empezarán a ser más importantes que nunca. Al igual que la política, resulta que la economía es también local.
Mientras tanto, como ponente, si tengo una idea que realmente me interesa difundir, ahora puedo elegir cómo y dónde lo hago. Puedo esperar a que un patrocinador dispuesto a permitirme decir lo que quiero decir me invite a una conferencia importante, con un público lo suficientemente liberal para entender mi mensaje y luego darle difusión. O puedo acudir a una conferencia local, realizar mi presentación ante un público receptor dispuesto a escuchar lo que tenga que decir y luego publicarlo online para todo el mundo. Esto puede funcionar mejor para un ponente radicado en Nueva York que para uno en Dakota del Norte, pero te sorprenderías la cantidad de ciudades anteriormente tachadas de “segunda fila” que estén produciendo unos contenidos intelectuales de primera fila en eventos locales. Esto ocurre porque los ponentes asisten a estos eventos por el amor al arte.
¿Por qué se debe seguir asistiendo a conferencias importantes? Para la mayoría de los ponentes, es por el mismo motivo por el que los escritores acuden a una editorial importante: el dinero. La mayoría de las conferencias locales, al igual que la mayoría de las editoriales independientes, está gestionada por amigos con presupuestos muy limitados. A corto plazo, de todos modos, no pagan el alquiler. También viajamos por nuestra reputación y, con suerte, por cobertura mediática. Desde la perspectiva del desarrollo intelectual, se trata de conocer a gente de un nuevo sector, gente que piensa de una forma con la que no estamos familiarizados y que nos obliga a explorar nuevos mundos e ideas. Por último, nos brinda la oportunidad de ejercer una influencia directa sobre un sector al conocer personalmente a algunos de sus principales actores.
Los participantes también tienen motivos para asistir a los eventos presenciales. Es la única manera de ver a renombrados autores y pensadores que participan en menos eventos cada año. Y para la gente de los sectores más pequeños, puede que una conferencia muy centralizada, celebrada en un lugar lejano, sea la única manera de reunir a un número suficiente de actores principales que tengan algo notable que decir.
Pero no debemos negar el poder y la calidad locales a nuestra disposición, sobre todo actualmente cuando la Web se ocupa de gran parte de nuestra actividad no local. Hoy en día, veo más convenciones multitudinarias online y ahorro mis fuerzas –y mi dinero– para los acontecimientos locales.
Este mundo independiente es, después de todo, donde vivimos realmente. One+
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Publicado
13/10/2010