La llamada zona de confort, que nosotros mismos creamos, aplicada a nuestro puesto de trabajo, viene definida por unos límites claros que establecemos, a veces de manera consciente y otras muchas veces, inconscientemente.
La comodidad que me da el hacer aquellas actividades "fáciles" o "cómodas" de realizar en mi puesto de trabajo conlleva una seguridad y estabilidad emocional que evita que tenga presiones laborales. Sin embargo, entrar en esta dinámica costumbrista, en la que conozco cada uno de los detalles de mi tarea y soy capaz de llegar a la frase "esto se ha hecho siempre así..." conlleva una falta total de emoción en el día a día, tanto positiva como negativa. Nos volvemos rutinarios y monótonos.
¿Que debemos hacer? Pues está claro, ¿no? Salirnos de nuestra zona de confort, hacer un esfuerzo adicional y perder de vista, a ratos, nuestros límites de comodidad, seguridad, no presión, costumbres...
Pero claro, hacer este esfuerzo no es fácil y nos ponemos mil excusas, de modo que, lo que os propongo es, simplemente, identificar las excusas que hacen que no nos movamos de nuestra zona de confort. Una vez identificadas, será mucho más fácil darnos cuenta de cuando no queremos salir...
- La negación: siempre que nos piden algo extra, diferente o en otro momento del día al que no estamos acostumbrados, nuestra primera respuesta es: no, es que... me pillas... ¿ahora mismo?....
- El auto-sabotaje: con lo que nos cuesta comenzar algo, ¿porque siempre nos desviamos? Pongo un ejemplo claro: no he tenido mi cuarto más ordenado que cuando estaba en plenos exámenes de la facultad. Después de colocar los apuntes, los bolígrafos, la música relajante... una vez me conseguía sentar a estudiar miraba alrededor y... ¡Vaya tela como tengo el armario!... ¡Ufff!, voy a hacer la cama... Voy a ordenar los libros por colores, altura y fechas de edición.
- Las circunstancias: soy una víctima de las circunstancias: mi edad, mi compañero, mi esposa/o, mis hijos, mi enfermedad, la hora, el tiempo... La queja es la mayor zona de confort que existe y en la que estamos más cómodos.
- Siempre ha sido así: si ha sido así siempre y ha funcionado, ¿por que cambiar?, ¿por qué implementar un nuevo proceso?, ¿por que mejorarlo?...
- La procrastinación: que gran palabra que aprendí un día. Como ya dije en otro post: “acción (o hábito) de postergar actividades o tareas que uno debe atender, por otras acciones más irrelevantes pero más agradables”.
Os propongo que identifiquéis estas excusas, pues siempre es un buen paso para empezar a eliminarlas.
Image
Publicado
02/12/2009