Si buscas una sencilla diversión fuera de la oficina con tus compañeros de trabajo o encuentros gastronómicos interactivos con mensaje, las jornadas culinarias como actividad de team building pueden constituir una sabrosa diversión o una suntuosa sesión de trabajo.
Debido a la creciente popularidad de los programas de cocina, tales como No Reservations’ y Hell’s Kitchen’s, presentados por los chefs estrella Anthony Bourdainor y Gordon Ramsay, respectivamente, así como a las oportunidades que brindan los viajes para degustar una más amplia variedad de platos, la gastronomía está de moda. Y las jornadas culinarias como actividad de team building son, sin duda alguna, una extensión de esta nueva cultura de estrellato que es la cocina. Así que los lugares de celebración han arrimado el ascua a su sardina para proporcionar a los asistentes una variedad de actividades tanto interesantes como sabrosas.
Aunque puede haber cierta polémica acerca de los beneficios a largo plazo de estas jornadas culinarias como actividad de team building, es evidente que a los organizadores de reuniones y los asistentes les gustan. Y los lugares que acogen ese tipo de jornadas también se ven beneficiados: les dan la oportunidad de presentar sus cocinas a los organizadores y asistentes e impresionarles.
Los lugares de celebración extienden la “servilleta” roja
Esto es lo que hace Michele Polci, CPCE, CME. Puesto que hay tantos lugares de celebración en Las Vegas, el Rio All-Suite Hotel & Casino hace todo lo posible para ofrecer excelentes experiencias culinarias como actividad de team building.
“Estamos muy orgullosos de nuestra restauración y queremos hacer algo maravilloso para nuestros clientes y, al mismo tiempo, dar a conocer a nuestro jefe de cocina, nuestra comida y nuestras instalaciones,” dice Polci, director de ventas del departamento de catering del Rio All-Suite Hotel & Casino. “Es otra forma de transmitir nuestro mensaje.”
Y mata el gusanillo de muchos que desean profundizar sus conocimientos y habilidades culinarios, lo que hace que los clientes quieran repetir la experiencia.
Todo el mundo dispone de mucho espacio y salas grandes, según dice Polci, y debido al hecho de que se están inaugurando constantemente nuevos espacios en Las Vegas y en los alrededores, los lugares de celebración necesitan diferenciar su oferta. Las jornadas culinarias como actividad de team building pueden ser informativas para los clientes y abrirles los ojos al enfoque del pequeño hotel de gran ciudad, como es el caso del Rio.
Polci afirma que las jornadas culinarias como actividad de team building son casi tan populares que las excursiones al cercano Red Rocks y a otras atracciones locales, y todo sin recurrir en gastos de transporte; aunque reconoce que la organización de actividades culinarias da mucho trabajo. Debido a su espíritu competitivo, a Polci le gusta especialmente este tipo de actividades y a menudo hace de maestra de ceremonias.
El Rio comenzó con estos programas hace cuatro años para clientes locales, tales como asociaciones sin ánimo de lucro y grupos sociales. Ahora, los participantes no sólo llevan la indumentaria propia de un chef (decoran sus propios sombreros, con un premio al mejor) sino que planifican, diseñan y preparan varios platos. Participan grupos de 30 a 50 personas, divididas en tres o cuatro equipos.
Una de las actividades culinarias que organiza el Rio es un concurso de ensaladas. A los participantes se les da a elegir entre varios productos y les proporciona una lista de ingredientes y las reglas; hay bonificaciones por utilizar ingredientes de difícil incorporación. Se asigna a un chef a cada equipo para ayudarle a diseñar el plato y luego a prepararlo. La medida en la que se parece la ensalada preparada al diseño, su sabor y el uso de ingredientes bonificados son algunos de los criterios de evaluación. Los chefs hacen de jueces, aunque suelen ayudar a sus equipos a hacer un poco de trampa, admite Polci. La actividad dura unos 40 minutos.
El concurso de postres funciona de manera similar, pero se colocan unos cinco participantes en ambos lados de una cinta transportadora para crear un postre mientras éste se mueve (lo que garantiza escenas retrospectivas del clásico episodio de la serie Yo amo a Lucy, con Lucille Ball). Los postres abarcan desde los brownies de chocolate hasta pasteles, con ingredientes adicionales como nata montada y salsas. Hay alrededor de 40 ingredientes de los que elegir.
Después de los concursos culinarios, los participantes asisten a una demostración culinaria más educativa y técnica en la cocina de demostración, donde pueden contemplar a los chefs preparando su almuerzo.
En palabras de Sherrie Huneke, CMP, directora de ventas de Chaminade, un hotel de convenciones estilo misión en Santa Cruz, California, los grupos representan el 80% del negocio del hotel y, debido a la reputación de Chaminade, mucho de ellos acuden al lugar por las jornadas culinarias como actividad de team building. Son divertidas y a la gente le encanta comer; dice que la comida es lo que la gente más recuerda de una reunión.
Las diferentes actividades que organiza Chaminade abarcan desde la preparación de una
comida gastronómica muy elaborada de cinco platos, que luego se sirve en el restaurante Library del hotel, con categoría de cinco tenedores, hasta los populares concursos de comida mexicana, de una hora de duración (los equipos disponen de tres cuartos de hora para completar los retos y los platos que preparan se juzgan por su creatividad y calidad).
“Además de ayudar a la gente a soltarse, también les da la oportunidad de conocerse fuera del ámbito del trabajo,” afirma. “Cada miembro del equipo puede opinar sobre lo que se echa a la cazuela y lo que no. Por ejemplo, ‘¿Cuántas especias se deben echar?’, ‘¿Se debe echar tomate triturado o frito?’ Ha habido comentarios del tenor de ‘Mamá solía prepararlo así.’”
Huneke dice que la clave de la negociación en los negocios es saber llegar a un arreglo, y en las jornadas culinarias como actividad de team building los resultados de la negociación suelen ser sabrosos y muy divertidos.
Para ella, se trata de un enfoque de buen gusto hacia el team building y dice que el objetivo principal es el de crear un ambiente de trabajo en equipo y de compañerismo entre los participantes, divertirse y, sobre todo, relacionarse con los compañeros de trabajo de forma apetecible.
Según opina Huneke, las jornadas culinarias como actividad de team building no se adaptan bien a las necesidades de las asociaciones –salvo que sea una reunión de la junta directiva– porque sus reuniones suelen ser demasiado grandes. Señala que es una opción ideal para grupos de menos de 100 personas. Son actividades muy prácticas, con mucha interacción con el chef, así que se prestan a grupos más reducidos, como los que participan en jornadas de ventas o educativas. El jefe de cocina de Chaminade es quien diseña los menús, aunque los organizadores le proporcionan retroalimentación. Una empresa japonesa, que iba a abrir un centro de conferencias, quería utilizar las jornadas culinarias de Chaminade como modelo. Las actividades se adaptan a cada grupo, por lo que las suyas incluían la preparación de varios platos japoneses.
Huneke subraya que las actividades no tienen por qué ser educativas; están diseñadas más bien para reunir a la gente a fin de divertirse un rato.
“No obstante, a los participantes les deja con buen sabor de boca,” apostilla Huneke. “Algunos grupos regresan ocho veces al año. No te ayudará a reorganizar tu empresa, pero es una manera fabulosa de reunir a la gente.”
En la opinión de Dana Weiss, directora de RR.PP. del restaurante y bar del hotel Fairmont Chicago and Aria, la elección de comida influye indudablemente en el ambiente de la reunión. Afirma que el personal del hotel y del restaurante mima la comida, y que los organizadores le dan muchas vueltas al tema de la manutención de sus clientes.
Ya que muchas jornadas culinarias de este tipo reúnen a gente de todos los niveles, Weiss dice que lo que hay que hacer es buscar la manera de equipararles. Ésta es la razón por la que la preparación de sushi resulta una actividad ideal para las jornadas culinarias, puesto que es improbable que haya mucha gente que sepa hacerlo.
Para las actividades de sushi, se dividen a los participantes en dos o tres grupos de seis personas. La preparación de pizza, en la que equipos de seis o siete participantes trabajan juntos para diseñar pizzas, es otra actividad que ayuda a solucionar el problema de la equiparación.
El grado de implicación de cada participante es asunto suyo. Algunos incluso quieren hacer la compra con el chef –eligiendo los ingredientes junto a él en el mercado local de agricultores –, para luego preparar la comida y degustarla.
“Es ideal para reuniones ‘verdes’,” señala Weiss, ya que los participantes se implican en el proceso del principio al fin.
Hay incluso una actividad en la que los participantes diseñan su propio helado, que entraña sabores de lo más insospechados. Algunos de los inventos son increíbles. Por ejemplo, ¿qué tal un plato de helado de guacamole, con una pizca de pico de gallo? ¿O un helado de patatas fritas cubiertas de chocolate?
El Fairmont también organiza demostraciones culinarias en formato aula para grupos de hasta 100 personas. Duran de 20 a 90 minutos e incluyen la cocina asiática con wok o, en el caso de una reunión “verde”, la preparación de platos utilizando solamente ingredientes orgánicos o biodinámicos. Siempre se puede acompañar con una cata de vinos (sí, hay vino orgánico también).
“Estas actividades sí que aportan algo a la gente,” asegura Weiss. “Constituyen un grato descanso de las sesiones de trabajo y a los participantes les brindan la oportunidad de socializar los unos con los otros.”
Ella opina que, en el caso de las jornadas culinarias como actividad de team building, los organizadores de reuniones deben apostar por la creatividad, y no cortarse a la hora de pedir cosas innovadoras.
La comida es el mensaje
Pero los hoteles no son los únicos que organizan jornadas culinarias como actividades de team building. Jim Connolly, fundador de CEO Chef, afirma que su empresa va donde sus clientes reclaman sus servicios, y su personal trabaja junto con el del lugar de celebración. Pero hace hincapié en que sus empleados son instructores y no cocineros, aunque poseen algo de formación culinaria. Según Connolly, otro factor que diferencia su empresa de la competencia es el hecho de que las actividades que organiza se basan en modelos empresariales y los platos que se preparan son por lo general más sofisticados, como spanakopita, un delicado plato griego que lleva masa phyllo, entre otros ingredientes.
Por otra parte organiza jornadas para grupos grandes –a veces con 300 participantes– y a menudo lo hace en salas de reuniones, en lugar de cocinas, lo que las diferencia bastante de las juergas culinarias que se suelen promocionar como actividades de team building. En el caso de los grupos grandes, los participantes se dividen en equipos pequeños y cada equipo prepara platos distintos.
Connolly, que ha sido chef y dueño de un restaurante, empezó hace 13 años a organizar jornadas culinarias como actividad de team building. Pronto se dio cuenta de que entre sesión y sesión los asistentes a las reuniones no disponen de mucho tiempo, así que decidió ofrecer sus servicios en el lugar de celebración y procurar que las jornadas fueran razonablemente cortas. El 95% de las jornadas que organiza se realizan en hoteles, centros turísticos y centros de conferencias. Hace poco, la empresa cambió de nombre, sustituyendo “Team Cuisine” por el actual, para representar mejor su filosofía.
Apunta que el aspecto formativo de las jornadas prima sobre la parte práctica. Se centra en la formación y a los instructores se les eligen por sus dotes de liderazgo y su capacidad para fomentar el espíritu de equipo.
“Nos integramos perfectamente en los lugares de celebración y a la mayoría de los chefs les gusta contar con nosotros, porque su especialidad no es el team building,” dice Connolly.
Aunque los instructores poseen formación culinaria y a todos los empleados de la empresa les encanta la comida, el secreto reside en la formación, que es lo primordial. Se eligen los platos a preparar específicamente para cada grupo y luego todo el mundo se pone a cocinar.
Pero es después de la preparación y durante la cena cuando de veras se fomenta el espíritu de equipo. Una vez roto el hielo, la gente se comporta de una manera distinta y estrechan lazos mientras cenan juntos. En palabras de Connolly, se trata de un “momento mágico” cuando todo el mundo empieza a compartir.
Después de la cena, para rematar la experiencia se le reta a cada uno de los participantes a descubrir el sentido del ejercicio y aplicarlo inmediatamente. El instructor jefe de CEO es quien se encarga de esta parte de la actividad, además de hacer de facilitador en un debate sobre las lecciones que se han aprendido de la experiencia y ayudar al grupo a relacionar lo que han aprendido con su trabajo.
¿Cuál ha sido el programa más memorable? Connolly dice que fue el que organizó para Showtime en Orlando, Florida. Al principio, se temía que no iba haber suficiente tiempo en el programa de la reunión para actividades de team building, pero Connolly y sus empleados lograron comprimir una actividad de dos horas y media de duración, que entrañaba la preparación de entremeses, en una hora. Los participantes se dividieron en equipos regionales que representaban diferentes lugares de Estados Unidos. Connolly, que iba probando la comida durante su preparación, hizo de juez.
“Fue probablemente una de las sesiones más disparatadas que hemos organizado jamás, ¡y me atiborré de comida!
Todo tipo de grupos participan en los programas de CEO Chef, incluyendo abogados e ingenieros. Algunos organizadores quieren que toda la empresa participe a la vez.
“Tenemos una oferta de programas de team building, pero adaptamos a cada uno a las necesidades del cliente. Esto es importante para los organizadores de eventos,” dice, antes de añadir que el principal requisito de sus clientes es que se incluya el mensaje y la temática de la reunión en la actividad de team building.
“Cuando empezamos, nadie lo hacía,” concluye. “Durante algún tiempo nadie había oído hablar de ello. En la actualidad, la mayoría de las personas lo han probado, pero explicamos que un gran número de ésas actividades no son más que clases de cocina. Lo nuestro es una experiencia genuina de team building. Si nuestros clientes sólo quieren una experiencia culinaria, se lo podemos proporcionar, pero somos ante todo instructores.”
Gary Tufel es escritor independiente afincado en Twentynine Palms, California.
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Publicado
22/01/2008