Alguna que otra vez, nuestra industria demuestra que se ha adelantado a los acontecimientos. Durante años hemos pregonado a los escépticos los beneficios de las conferencias y nos hemos visto obligados a soportar a nuestros críticos que afirman que las reuniones son, en el mejor de los casos, un desperdicio de tiempo y, en el peor de ellos, un peligro para la salud. (Los efectos segundarios del gasto, de exponerse a enfermedades infecciosas y del aburrimiento terminal son los que suelen citar con más frecuencia.)
Pero ahora tenemos la última réplica. Es oficial: ¡las reuniones son buenas para la salud!
El doctor Aric Sigman, eminente psicólogo, miembro de la Real Sociedad de Medicina y miembro asociado de la Sociedad Británica de Psicología, ha afirmado en un artículo publicado en la revista Biologist que la comunicación a través de los sitios sociales, en lugar de hacerlo presencialmente, compromete la salud de todos.
Explica que el contacto físico desencadena la liberación de la hormona oxitocina, que, según se cree, reduce el riesgo de sufrir enfermedades cardíacas. Dice que la investigación demuestra que las personas que tienen contacto frecuentemente con otras también son menos propensas a sufrir resfriados y la gripe.
En resumen, aunque “a diario una manzana sea cosa sana”, parece que “las reuniones a razón de una cada trimestre son mejores para el corazón”.
¿Cuáles son las implicaciones de esta relevación? Bueno, para empezar, los organizadores espabilados ya tienen a su disposición una nueva herramienta para atraer a los asistentes. Puedo imaginarme los eslóganes: “Puede que esta reunión te salve la vida”; “Inscríbete para la convención anual y consigue más protección de salud”; o “Comparte tu oxitocina con tus amigos en la próxima conferencia”.
Así que, mientras que sigue siendo posible que otro delegado me contagie un virulento virus, me tranquiliza saber que es menos probable que sufra un infarto.
Pero es la indirecta del buen doctor a los sitios web sociales que me intriga, porque avala mi punto de vista de que, dado que la comunicación remota es poco gratificante, necesitamos reunirnos físicamente para comprendernos los unos a los otros.
¿Qué depara entonces el futuro para sitios como Facebook, LinkedIn y Plaxo (y ese recién llegado Twitter)? Parece que estos sitios, que proporcionan contactos personales sin el contacto personal, son la antítesis de las reuniones presenciales.
¿Deberán llevar advertencias sanitarias? “Este sitio puede dañar tu salud –¡sal más!–”. “No ‘tweetees’ tanto con ellos –¡reúnete con ellos!–”.
No obstante, Facebook y otros sitios de esta índole nos proporcionan un servicio que no sabíamos que fuera necesario hasta que se inventara, y ahora resulta que son indispensables.
Bueno, casi. Creo que pueden ser responsables de mi tensión alta y mis frecuentes arrebatos de irritabilidad en la oficina. Mi perfil lleva alrededor de dos años en Facebook y el número de amigos que tengo ha crecido exponencialmente. No pasa un solo día sin la distracción de recibir varios mensajes sin trascendencia de amigos bien intencionados.
Para salvaguardar mi cordura y mantener una red manejable, tengo una regla: no acepto solicitudes de amistad de desconocidos. Esto significa que ignoro las de los bebés y mascotas monos de los amigos.
Y en cuanto a Twitter, ¿quién dispone de tiempo? ¿De veras necesito saber –por correo electrónico y teléfono– que Joe Donut ha tenido un ataque de indigestión hace seis minutos?
“Carey no entiende la filosofía detrás de los sitios sociales”, os oigo decir entre dientes. Puede que no, pero sí que acepto que tienen un papel que desempeñar y que sería una temeridad por parte de los profesionales del sector de congresos y reuniones ignorarlo, sobre todo por lo que refiere al marketing.
Pero volvamos a los beneficios que brindan los eventos para la salud. En el Reino Unido, una tercera parte de los adultos viven solos (tengo entendido que las cifras para EE.UU. son similares), y la investigación ha demostrado que las personas que se sienten solas son más propensas a sufrir problemas de salud que la gente más sociable. El aumento del teletrabajo sólo puede exacerbar este problema.
El tiempo que pasamos en compañía de otras personas se redujo de seis horas al día a dos en el período comprendido entre 1987 y 2007. La mayoría de nosotros pasamos el doble de ese tiempo viendo la televisión.
Y cuanto más tiempo pasan a solas las personas, menos capaces se sienten de afrontar los retos de la interacción social. Todos hemos conocido a cretinos antisociales que sólo son capaces de comunicar sus sentimientos a través de una pantalla.
Pero no está todo perdido. Como profesionales del sector de congresos y reuniones, ahora podemos señalar, con conocimiento de causa, los beneficios de los eventos y sentirnos orgullosos del hecho de que lo sabíamos perfectamente antes de que los cerebritos nos lo demostraran. One+
TONY CAREY, CMP, CMM, es escritor premiado y ex miembro de Junta Directiva de MPI International. Para contactar con él envíele un correo electrónico a tonycarey@psilink.co.je.
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Publicado
01/05/2009