Me pregunto si somos demasiados. Me refiero a vosotros: los organizadores de conferencias. En tanto que las reuniones poseen un valor indiscutible, muchísimo valor en el caso de las sobresalientes, la mayoría de las veces me pregunto por qué exactamente se molestan en celebrar algunos eventos.
Hay muchas conferencias que tienen metas claras, obvias e irrefutables: una región que reúne al sector empresarial para discutir el desarrollo económico; un grupo gremial que reúne a sus profesionales para intercambiar experiencias y fomentar la innovación; un nuevo sector dándole la bienvenida a sus profesionales –acaso por primera vez– a fin de explorar las oportunidades para forjar relaciones profesionales y para establecer estándares.
Pero ahí fuera hay un creciente número de eventos –e incluso agencias de eventos– que fijan fechas y reservan espacios para luego fastidiar el propósito o a la comunidad a la que se supone que sirve.
Los organizadores de conferencias con buenas intenciones se hacen preguntas espinosas sobre las necesidades, metas, tiempo y dinero de los delegados. Yo no les oigo. En su lugar, se preguntan: ¿a quiénes podemos convencer para que asistan?, ¿quiénes pagarán nuestra cuota de inscripción? y ¿a los medios les gustará este ponente más que ese otro?
Y la razón es porque estos eventos se conciben –perdonad la expresión– con la cabeza en el culo. Una empresa intenta establecer una preeminencia en su sector con la organización de una conferencia para "hacerse con" ese espacio. No inventó dicho espacio, simplemente quiere apoderarse de él, y una conferencia es un medio para conseguir ese fin promocional. O una empresa dedicada a la organización de conferencias quiere ganar dinero, así que consulta Google Analytics o su alimentador de Twitter en busca de una palabra de moda o tendencia sobre la que no se ha celebrado todavía conferencia alguna. Voilà: un nuevo y rutilante sitio web que posiciona el evento como el centro de esa nueva cultura.
Como las discográficas de la década de los 90, con sus bandas prefabricadas que abanderaban la contracultura del momento (por ejemplo, Limp Bizkit), estas conferencias parásitas se alimentan de cualquier movimiento o sector que no ha encontrado aún su sitio. Acaso ayuden hasta cierto punto, pero el esfuerzo siempre se parece a una especie de exacción a una comunidad lega en la materia.
Si quieres organizar una conferencia y te preguntas cómo puedes "conseguir" que asista la gente, entonces necesitas repensar lo que estás haciendo. Al igual que los mejores productos, las mejores conferencias satisfacen necesidades, incluso si la gente no se ha dado cuenta todavía de que las tienen. Y estas conferencias surgen de las gentes, empresas y organizaciones que ya ocupan un determinado espacio.
El motivo real para celebrar una conferencia reside en el hecho de que nadie tiene suficiente ancho de banda para comunicarlo todo vía el correo electrónico o por teléfono. No es para captar negocio; es para procesarlo todo con más eficacia. Si tu audiencia ya no tiene ni tiempo ni recursos para interactuar efectivamente, esto crea la necesidad de una conferencia en la que el grupo puede reunirse en el mismo sitio. Los asistentes potenciales deben decir, "¡Menos mal que a alguien se le ha ocurrido la idea!", en lugar de "¡Dios mío, otra conferencia!"
Desde luego, este asunto va mucho más allá de la organización de conferencias. De todos modos, ¿quién crea valor hoy en día? Vivimos en una economía en la que la productividad ya no es la meta, sino el empleo. En un plano fundamental, esto se debe a que lo tenemos casi todo.
La mayoría de los países desarrollados es lo suficientemente productiva para proporcionar a sus poblaciones cobijo, alimentos, educación y asistencia médica con solo una fracción de su fuerza de trabajo en activo. Nuestro problema no reside en que no tengamos suficientes cosas, sino en que no tenemos una oferta de trabajos lo suficientemente amplia como para emplear a todo el mundo y así demostrar que se merecen dichas cosas. Intentamos utilizar la lógica de un mercado escaso para negociar las cosas que son de hecho abundantes.
Y al echar un vistazo a la lista de conferencias, cumbres y exposiciones de las que queremos diferenciarnos, esa abundancia queda retratada. Y entonces nos preguntamos cómo vamos a conseguir que la gente asista a nuestra conferencia, en lugar de a la de la competencia.
Es posible que no haya suficiente negocio en el sector para todos.
Si quieres ser de los pocos afortunados que siguen trabajando en un sector que reúne a la gente en eventos presenciales, debes estudiar a fondo las comunidades a las que quieres servir y descubrir cómo crear valor para ellos, antes de pensar en cómo sacar provecho tú mismo. One+
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Publicado
07/04/2011