La búsqueda de la grandeza: cómo dejar un legado empresarial

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La grandeza siempre me ha fascinado; ese ámbito especial de la existencia humana donde los logros se combinan con la realización y la creatividad se alinea con el propósito. Creo firmemente que, al margen de la grandeza, no hay nada más que justifique una vida bien aprovechada. La grandeza es la cima de la vida.



La búsqueda de la grandeza en el ámbito empresarial es lo que me inspiró a crear este blog –naijapreneur– con el objetivo de ayudar a tantos emprendedores extraordinarios como fuese posible a crear negocios que importan, a cambiar el mundo y de paso beneficiarse. Esto constituye la base de todo lo que escribo y es lo que nos une como comunidad de emprendedores fuera de serie.



La búsqueda de la grandeza en el ámbito de los negocios no es para los débiles; es una misión para los fuertes. Al fin y al cabo, se trata más del tipo de vida que quieres vivir y del tipo de negocio que deseas construir como expresión de la clase de vida que has elegido vivir.



Pero ¿cómo se alcanza la grandeza? ¿Por casualidad (suerte) o por elección (trabajo)?



"La cuestión clave no es si tendrás suerte (casualidad), sino qué harás con la suerte que tengas (elección)". Jim Collins, autor de Grandioso por elección.



La grandeza no depende de la casualidad (suerte). La grandeza depende de la elección (trabajo).



Emprendiendo el largo camino

A cualquier emprendedor le gustaría ver crecer su negocio y, de la noche a la mañana, convertirse en un éxito. No sé vosotros, pero a veces yo lo pienso seriamente, aunque sé que la realidad es bien distinta.



En sus comienzos empresas exitosas, que son a menudo admiradas por emprendedores en ciernes, también desearon alcanzar la grandeza de la noche a la mañana. Pero ni los unos ni los otros lo lograron.



Facebook no triunfó de la noche a la mañana; el camino hacia la cima fue arduo. Apple tampoco lo consiguió; tuvo que bregar con la incertidumbre, las dudas y el miedo que es el pan de todos los días de cualquier empresa nueva.



Lo mismo puede decirse de empresas mundialmente reconocidas como Nike, Sony, Intel, Microsoft, Disney, Boeing, Ford, Wal-Mart, McDonald’s, etc.



En el mundo empresarial, el camino hacia la grandeza es largo, duro y estremecedor. A menudo habrá momentos difíciles que, tarde o temprano, tendrás que afrontar y superar. No tiene vuelta de hoja; los negocios son un maratón y no una carrera de velocidad.



La grandeza es una elección

Es cierto que cada negocio tiene un objetivo económico, o sea, la rentabilidad (un motor económico). Pero no es menos cierto que cada negocio tiene un objetivo personal, o sea, un legado (un motor emocional). El motor económico (la rentabilidad) hace que siga funcionando el negocio; el motor emocional (legado) hace que tú, el emprendedor, sigas al pie del cañón.



La rentabilidad es el dinero que ganas con tu negocio. El legado es el impacto que tienes a través de tu negocio. La rentabilidad ayuda a tu negocio a prosperar. El legado ayuda a tu negocio a ser grande. La rentabilidad te ayuda a ganarte la vida, lo que es bueno. El legado te ayuda a tener una vida, lo que es maravilloso.



Muchos negocios tienen un único objetivo: la rentabilidad. Al ser así, limitan su potencial para alcanzar la grandeza. Dichas empresas fueron creadas por emprendedores corrientes y molientes que decidieron montar una empresa para hacer lo habitual: ganar dinero.



Pero son pocas las empresas que persiguen ambos objetivos, la rentabilidad y el legado, y al hacerlo, aumentan su potencial para alcanzar la grandeza. Dichas empresas fueron creadas por emprendedores fuera de serie que decidieron montar una empresa para hacer lo poco habitual: marcar la diferencia.



La búsqueda de la grandeza en el ámbito empresarial es la capacidad para lograr el equilibrio entre la rentabilidad y el legado.



¿Cómo se puede lograr este equilibrio esencial?

Para poder responder a esta pregunta, citaré a Corbett Barr, el insólito fundador de ThinkTraffic: "¡Darlo todo!"



Cuando lo das todo en lo que haces, la gente lo nota. Cuando te importa mucho lo que haces, aportas nuevas ideas y dedicación, y eso lo notan tus clientes. Tiene algo de atractivo la dedicación sin freno y la gente se da cuenta de ello, participa y ayuda a promocionar lo que haces.



Con darlo todo no se trata de obtener resultados a corto plazo, sino que de dedicarte a una causa o a un grupo de personas a largo plazo o acaso incluso durante el resto de tu vida. Cuando te impulsa una causa en la que crees, un relato que va más allá del éxito o fracaso de tu producto, cuando te implicas en algo que importa, la gente responde.



Si la gente no responde a tu trabajo, primero debes cuestionar tu dedicación. No solo estás lanzando un producto, sino que también lideras un movimiento. Dándolo todo para un público objetivo y ayudándole a solucionar sus problemas es, al fin y al cabo, la mejor táctica de ventas que existe. No hay medias tintas.



Conclusión

En todos los ámbitos de la vida –profesional, político, deportivo, religioso, familiar, académico, militar, etc.– nunca sobra la cuestión de la grandeza.



Sea una vida maravillosa, una gran empresa, una escuela destacada, un hospital puntero, un equipo deportivo fuera de serie, un gran país, una unidad militar distinguida, una organización benéfica admirable o un músico brillante, cada cual tiene su propia definición de resultados, basada en su propósito central. No obstante, la cuestión de qué hace falta para ser grande, ante innumerables desafíos, les atañe a todos.



Al fin y al cabo, prevalece una sola verdad: la grandeza no es una búsqueda empresarial, personal o filosófica; es una búsqueda humana.

Publicado
01/01/2014