Vivimos en tiempos difíciles que están poniendo a prueba nuestra generosidad como seres humanos y cómo vemos a los demás.
Muchas personas pertenecen a diferentes culturas y, como resultado, tienen otra perspectiva religiosa o valoran las cosas de otra manera que nosotros. La UE, que empezó como una idea para evitar una tercera guerra mundial, y consecuentemente es un gran proyecto de paz, no pasa por su mejor momento. La crisis de los refugiados es un reto para muchos de nosotros y está poniendo a prueba nuestra tolerancia hacia los demás. La derecha está ganado terreno y los EE.UU. tienen un presidente nuevo, debido en gran parte a los sentimientos anti-globalización y el miedo al otro.
Creo que en este clima necesitamos centrarnos un poco en la integración, la generosidad con los demás y la celebración de la diversidad. Sin la globalización, seguiríamos comiendo pescado, albóndigas y patatas en Noruega y nunca habríamos probado alimentos como las espaguetis (o fideos italianos como se conocen en China), quesadillas, meze o sushi. Seguiríamos bailando al son de violines, sin haber descubierto el tango, la capoeira, el taekwondo o el tai-chi.
Con Art for All in the World en Sandefjord – inaugurado oficialmente por el primer ministro noruego el pasado día 3 de junio – nuestra ambición es crear un proyecto que celebre la integración, la tolerancia y la diversidad. Y qué mejor manera de hacerlo que el uso de los colores para demostrar que ‘el mundo es diversidad’. Sandefjord es una ciudad pequeña según los estándares mundiales (62.000 habitantes), por lo que el impacto ha sido considerable.
Publicado
15/08/2017