Consideremos lo siguiente: hoy día uno puede contactar a su contraparte por teléfono o por correo electrónico e incluso verla por Facetime, Skype o GoToMeeting. Entonces, ¿por qué las empresas gastan US$1.200 billones al año – lo que significa el 1,5% del PIB mundial – en viajes de trabajo internacionales?
Este gasto no solamente es enorme, sino que también está aumentando a la tasa de 6,5% al año, un ritmo que es el doble del crecimiento económico mundial y casi tan rápido como el de los servicios de información y telecomunicaciones. La capacidad de cómputo se ha trasladado desde nuestras computadoras portátiles y teléfonos celulares hacia la nube, y gracias a ello todos nos encontramos mejor. Por lo tanto, ¿por qué tenemos que movilizar mentes en lugar de dejarlas en su lugar y simplemente enviarles bytes? ¿Por qué desperdiciar el preciado tiempo de trabajo volando, pasando por controles de seguridad y esperando el equipaje?
Antes de que alguien se ponga a reducir drásticamente el presupuesto para viajes, tratemos de comprender por qué es más ventajoso trasladar personas que información. Este misterio está empezando a ser dilucidado gracias a una donación de datos anonimizados al Center for International Development de la Universidad de Harvard, en el contexto de una investigación sobre el crecimiento inclusivo. Los estudios en curso con Dany Bahar, Michele Coscia y Frank Neffke, han podido establecer algunos hechos estilizados interesantes.
Los países más populosos realizan un mayor número de viajes de trabajo en ambas direcciones, pero su volumen es menos que proporcional a su población: un país con un 100% más de población que otro, solamente tiene alrededor del 70% más viajes de negocios. Esto sugiere que en la administración de empresas hay economías de escala que favorecen a los países más grandes.
En contraste, un país cuyo ingreso per cápita es 100% más alto que el de otro, recibe el 130% más de viajeros con fines de trabajo y envía 170% más personas al extranjero. Esto significa que los viajes de negocios tienden a aumentar más que proporcionalmente con respecto al nivel de desarrollo.
A pesar de que los empresarios viajan con el propósito de invertir o de realizar transacciones comerciales, más de la mitad de los viajes de trabajo parecen estar relacionados con la gerencia de filiales en el extranjero. La economía mundial se caracteriza cada vez más por empresas globales, las cuales necesitan desplazar su know-how a diferentes lugares de la Tierra. Los datos revelan que el número de viajes desde sedes a filiales es casi el doble que en la dirección contraria. Los exportadores también viajan casi dos veces más que los importadores.
Pero, ¿por qué es necesario trasladar las mentes, no sólo los bytes? Se me ocurren por lo menos dos razones. En primer lugar, la mente posee la capacidad de absorber información, identificar patrones y resolver problemas sin que nos demos cuenta cómo lo hace. Es por ello que, por ejemplo, podemos inferir las metas y las intenciones de otras personas a partir de su expresión facial, lenguaje corporal, entonación, y otros indicadores sutiles que recopilamos de manera inconsciente.
Cuando asistimos personalmente a una reunión, podemos escuchar no sólo la palabra hablada, sino también el lenguaje corporal, y además podemos escoger hacia dónde mirar, en vez de estar limitados al ángulo que nos ofrece la pantalla de video. En consecuencia, en persona evaluamos mejor, desarrollamos más empatía y establecemos relaciones más íntimas de lo que permiten las tecnologías de telecomunicaciones existentes en la actualidad.
En segundo lugar, la mente está diseñada para trabajar en paralelo con otras mentes. Muchas tareas que implican resolver problemas, requieren computar en paralelo con mentes que poseen información y software diferentes, pero que son capaces de coordinar sus pensamientos. Por ello es que existen los equipos de diseño, los consejos asesores, los comités inter-ministeriales, y otras formas de interacción en grupo.
Las conferencias telefónicas tratan de emular esta interacción, pero en ellas es difícil saber cuándo intervenir y, además, ver las expresiones de los demás mientras habla uno de los participantes. La complejidad de la interacción consciente e inconsciente entre seres humanos, de importancia clave para resolver problemas y realizar tareas, difícilmente puede replicarse a través de una teleconferencia.
El número de viajes, por lo tanto, debe estar relacionado con la cantidad de know-how que es preciso trasladar. Los países difieren en la cantidad de know-how que poseen, y las empresas difieren en la cantidad de know-how que requieren. Controlando por la población y el ingreso per cápita de los países, el número de viajes es considerablemente mayor hacia y desde los países y las industrias que poseen o emplean una mayor cantidad de know-how.
Los países donde se realiza el mayor número de viajes al extranjero, controlando por población, se encuentran en Europa Noroccidental: Alemania, Dinamarca, Bélgica, Noruega y Holanda. Fuera de Europa, los países con la mayor cantidad de viajes son Canadá, Israel, Singapur y los Estados Unidos, lo que refleja el hecho de que necesitan desplazar muchas mentes para utilizar la diversidad de sus conocimientos.
Es interesante notar que en el mundo en desarrollo, los países difieren notablemente en la cantidad de know-how que reciben a través de los viajes de trabajo. Por ejemplo, países como Sudáfrica, Bulgaria, Marruecos y Mauricio, reciben muchos menos conocimientos que naciones cuyo nivel de desarrollo es semejante, como Perú, Colombia, Chile, Indonesia o Sri Lanka.
El hecho de que las empresas incurran en el gasto de viajes de negocio sugiere que, en relación a ciertas labores clave, es más fácil desplazar las mentes que trasladar a ellas la información relevante. Más aún, el hecho de que los viajes de trabajo estén aumentando más rápidamente que la economía mundial, sugiere que la producción moderna se está volviendo más intensiva en know-how y que éste se difunde a través de la movilidad física de las mentes.Y, finalmente, la enorme diversidad en términos de la cantidad de viajes de trabajo, sugiere que algunos países desplazan o exigen mucho más know-how que otros.
En lugar de celebrar su frugalidad, los países que han quedado fuera del círculo de los viajes de negocio deberían estar preocupados. Es posible que se estén perdiendo más que los kilómetros de viajero frecuente.
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Publicado
25/01/2016