Dentro de sus mentes

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Richard John revela lo que puede estar pasando por la cabeza de algunos ponentes…



Muchas gracias, Presidente; ya he olvidado su nombre. Empezaré por no aclarar los objetivos de mi ponencia o por qué podría ser provechoso oír lo que tengo que decir. Luego soltaré unos cuantos pensamientos sin estructurar y no relacionaré mi contribución con las presentaciones de los demás ponentes, porque me considero demasiado importante para llegar puntualmente a fin de escucharles.



Además, no pienso proporcionar al público más información que no pueda conseguir leyendo mi ponencia online, y lo haré parapetándome detrás del atril, haciendo crujir mis notas de esta forma tan irritante y procurando no dar sensación alguna de energía a través del movimiento.



Mi presentación ya no tiene nada que ver con lo que estoy diciendo. Después de cinco minutos, sigo enseñándole al público una diapositiva con mi nombre. Rellenaré el vacío con titubeos varios, que le sacarán de quicio, mientras que toqueteo desesperadamente el ratón.



Por fin logro poner la diapositiva con los puntos clave de mi presentación. Pero he mandado repartir copias impresas de él entre el público que, por el número de páginas que contiene, ya sabrá que no voy a poder terminarla en los 20 minutos que los organizadores me han asignado.



La siguiente diapositiva muestra 12 afirmaciones sosas sobre mi empresa, que no le interesarán a ninguno de los presentes. Así que voy a leérselas, una por una, muy despacio.



No se entiende el texto de la diapositiva, porque no se me ocurrió cambiar el tamaño de fuente. Pero podéis estar seguros de que cuando lo creé, todo el mundo de la oficina se deshizo en elogios hacia mi pericia. Después de esta diapositiva, voy a poner otra con el logo de otra empresa. El público no me pareció lo suficiente digno para merecer una presentación personalizada, así que me he limitado a cortar y pegar contenidos de otras tres presentaciones.



Y puesto que no se me puede pedir que haga algo diferente, he utilizado la misma plantilla estándar para hacer las siete diapositivas siguientes. Fijaos en el exceso de texto con fuentes y tamaños varios, incluyendo dos errores tipográficos. Además, pensé que un poco de “clip art” cutre, con un hombre hecho con palotes, ayudaría al público a entender una cuestión manoseada. No ayudó en absoluto, ¿cierto?



No dispongo de tiempo para explicar las próximas tres diapositivas; aunque me dieron un espacio claramente definido para mi presentación, no me molesté en ensayarla. Pero no tengo más remedio que enseñarlas, porque he olvidado cómo saltarlas.



Pues ya lo tenéis. O quizá no, porque perdisteis el deseo de seguir viviendo hace un buen rato. Vuestro aplauso desganado me hace pensar que lo he hecho bien, en lugar de reconocerlo como una muestra espontánea de alivio. No os preocupéis. Me marcho, y los dos siguientes ponentes lo hacen incluso peor que yo. Gracias por no escucharme; adiós.



Si esto te es familiar, ¿a quién echarías la culpa? Si tu respuesta es a cualquier persona que no sea el organizador del evento, estás muy equivocado. Asegúrate de que la formación para ponentes forme parte de tu próximo evento. Porque cuando metan la pata, ¡te señalarán a ti como culpable!



RICHARD JOHN es director general de RJA GB Ltd, empresa especializada en formación y servicios de consultaría para ponentes, radicada en el Reino Unido, así como ponente habitual en eventos internacionales. Para contactar con él, envíale un correo electrónico a contact@rjagb.com.

Publicado
30/09/2009