Al pie de los Pirineos, en el centro de la provincia de Huesca, se encuentra la comarca del Somontano. Esta fértil tierra regada por los ríos Iguala, Vero y Cinca, presume de un importante legado histórico, además de ser un paraíso para los amantes de la naturaleza y de la aventura. Sus peculiares características geográficas, su clima extremo y su elevada pluviometría propiciaron el cultivo de la vid desde el siglo II antes de Cristo. Una labor que se ha convertido con el paso del tiempo en una parte fundamental de la actividad agrícola, social y económica de la zona.
Barbastro, la capital de la comarca es la denominada “puerta de los Pirineos”, la cadena montañosa que conforma la frontera natural entre Francia y España. Esta pequeña localidad dinámica y acogedora, es cuna de algunas de las bodegas más prestigiosas de la Denominación de Origen de Somontano. Para elaborar estos caldos se utilizan fundamentalmente las variedades autóctonas Moristel y Parraleta de las que se extraen vinos afrutados; y Cabernet-sauvignon, procedente de Francia, con una alta proporción de azúcar e indicada para la crianza.
El visitante de Barbastro no debe dejar la oportunidad de recorrer sus calles, plazas, rincones y edificios más emblemáticos como su catedral dedicada a la Asunción de la Virgen. Se trata de un templo del siglo XVI de inspiración gótica y desarrollo renacentista, con tres naves de igual altura, sin cúpula ni crucero. A pocos metros de esta joya arquitectónica se encuentra Palacio de los Argensola, una casa solariega de los siglos XVI y XVII, que destaca por su galería de arcos labrada. En el palacio original nacieron los célebres poetas Lupercio Leonardo de Argensola y Bartolomé Leonardo de Argensola, y el General Ricardos y Carrillo de Albornoz.
Pero Barbastro no solo ofrece al visitante riqueza arquitectónica, sino también los vinos más adecuados para regar una abundante comida. Los tintos de crianza son ideales para acompañar a los pollos de corral elaborados al fuego con el aceite virgen extra de la zona. Los caldos reservas, por su parte, maridan a la perfección con el cordero, que en esta zona se denomina ternasco. En el caso de que el visitante prefiera degustar un vino blanco, este caldo combinaría de forma adecuada con cualquiera de los platos de pescados autóctonos como la baturra, un tipo de bacalao cocinado con patatas y huevos cocidos.
Y después del festín gastronómico, seguimos la ruta hasta el Museo del Vino de Somontano, en el conjunto de San Julián, un antiguo hospital rehabilitado para albergar el Espacio del Vino, la sede de la Denominación de Origen "Somontano" y un punto de venta de los vinos de la comarca.
Y para concluir el viaje, nada mejor que viajar hasta el parque Natural de la Sierra y los cañones del Guara, donde se pueden practicar deportes de riesgo como barranquismo o escalada. En este espectacular entorno se encuentra uno de los conjuntos de arte rupestre prehistórico más singulares de la Península Ibérica donde es posible encontrar todos los estilos clásicos de la prehistoria europea: Arte Paleolítico, Levantino y Esquemático.
Image
Publicado
16/02/2008