Pequeñas parcelas de terreno y una cuidada selección del fruto son los primeros pasos para conseguir los "vinos boutique", un mercado en que los productores latinoamericanos están pisando fuerte en los últimos años. Aunque no sea una idea original del Nuevo Mundo, sino francesa, ya que surgió hace dos décadas con el "vin de garage", Chile, Uruguay, Argentina y un buen número de países suramericanos se han apuntado al consumo de lujo exportando sus mejores caldos a los restaurantes, vinotecas y hoteles más exclusivos de todas las ciudades del mundo.
Paciencia, dedicación y pasión son las cualidades imprescindibles para crear estos vinos, que se definen por su excelente calidad y originalidad. El proceso de gestación de tan personales producciones parte de pequeños viñedos, de los que no se espera un rendimiento alto, sino todo lo contrario, y hallar las uvas más adecuadas para el estilo de vino que se quiere conseguir, siempre caldos únicos y con personalidad propia, que se distingan de los demás y resulten difíciles de conseguir para acentuar su excepcionalidad.
La elaboración sigue un proceso tradicional y, en muchos casos, artesanal. De hecho, el concepto original francés “vin de garage” procede de la práctica de fermentar y criar los vinos en lugares distintos a una bodega prevista para este fin, bien sea un garaje, el salón de una residencia de verano o una estancia cualquiera, siempre que tenga unas condiciones de temperatura y humedad adecuadas para ello. De este modo nació el tinto francés más reconocido por su calidad superior y su actividad pionera, el Château Valandraud, en Saint Emilion.
A la hora de dejarlos envejecer, las barricas que contienen estos vinos deben ser nuevas y de usos muy reducidos, así como cuidadas en cada momento con el mayor mimo y atención, algo que se hace posible gracias a una producción limitada que no suelen superar los 100.000 litros. Tras todo este proceso, largo y delicado, a la bodega boutique se le reconoce un esfuerzo muy personal de su creador, quien pone gran celo y dedicación para conseguir como resultado una verdadera obra de arte.
En definitiva, estos vinos de extraordinaria calidad y producidos a muy pequeña escala, están cosechando grandes éxitos en el exterior. Sólo en Chile, el “boom” de estos caldos boutique ha propiciado que hoy en día existan más de 200 marcas en el mercado, mientras que boutiques argentinas como Altos Las Hormigas, Renacer Bodega y Viñedos o Altocedro exportan entre el 50% y el 90% de su producción al exterior distribuyéndola en mercados tan dispares como Estados Unidos, Bélgica, Brasil o Sudáfrica, entre otros.
En nuestro país, aunque no obedecen al mismo nombre, han surgido en los últimos años algunos nombres destacados que siguen el concepto de calidad y exclusividad de la boutique. Entre ellos, destacan los riojanos Contador y Cueva del Contador de Benjamín Romeo, Venus, de la D.O. Montsant, Do Ferreiro, procedente de las Rías Baixas, o el reconocidísimo Pingus de Peter Sisseck.
Cuando las bodegas boutique adquieren gran éxito comercial, algo que se está produciendo a lo largo y ancho de toda América del Sur en estos años, suelen evolucionar hasta convertirse en establecimientos más grandes, con mayor dotación tecnológica y mejores equipamientos, aunque sin perder el toque de calidad y distinción obtenida en sus orígenes.
Image
Publicado
17/10/2008