Basta con Facebook

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Estoy hasta la gorra de él. No sólo de Facebook, como aplicación, pero de hablar de él. La mitad de las preguntas que me hacen entrevistadores, estudiantes y el público después de mis charlas –charlas que no tienen nada que ver con Facebook– es sobre Facebook.



¿Está Facebook volviéndose demasiado poderoso? ¿Cuál debe ser nuestra estrategia de Facebook? ¿Qué hace mi hijo en Facebook? ¿Quién controla Facebook? ¿Cuándo podré comprar acciones en Facebook? Facebook, Facebook, FACEBOOK.



Puedo responder a dichas preguntas, pero son irrelevantes. Facebook –y el "networking social" que encarna– es temporal. Su centralidad es una profecía que se realiza a sí misma. Los principales medios de comunicación necesitan desesperadamente historias con "interés humano", y nos relacionamos con historias sobre nuestras redes digitales. La película Voces de muerte (Al filo de la noche en Argentina) plasmó la ansiedad de la temprana cultura del teléfono, Tienes un em@il versó sobre las posibilidades que brindaba esta nueva tecnología para la generación del correo electrónico, y La Red Social es el vehículo para la actual era de Facebook.



Así que la revista Time nombró al fundador de Facebook, Mark Zuckerberg, su Hombre del Año, lo que transmite la idea de un enfoque del tipo "si no puedes vencerles, únete a ellos" hacia esta "amenaza" que suponen los medios sociales. Al ceder sus pantallas y páginas a historias sobre el networking social, estos medios de comunicación esperan obtener los "Me gusta" y tweets que son necesarios para sobrevivir en un espacio impulsado por los medios sociales.



Una historia sobre Facebook conduce a otra que a su vez conduce a otra, y así sucesivamente hasta que parezca que todo el mundo depende de una forma u otra de esta solitaria aplicación de networking social; y todas nuestras organizaciones, empresas y reuniones han de incorporarla de alguna manera en su núcleo operativo.



Ya no basta con lanzar un sitio web para cada conferencia o reunión que convocamos. Ahora hemos de crear también un grupo en Facebook o (¡mejor aún!) una red social completamente nueva para nuestros participantes. Nos dirigimos a Ning o Groupsite. Parece estupendo a simple vista: ¡nuestra conferencia puede ser su propia red social! ¡La gente puede conectarse antes del evento! ¡Puede conocerse de verdad! ¡Puede seguir conectada después!



Pero ¿quién quiere unirse a otra red social y tener que comprobar cada día otro sitio web o aplicación, junto con el correo electrónico, blogs, alimentadores RSS, Twitter y Facebook, además de los sistemas internos privados que se utilizan para la comunicación corporativa en el trabajo? Y de todos los sitios, cosas y flujos que ya comprobamos a diario, ¿cuántos de ellos visitamos para encontrar algo realmente útil? Nuestra mayor motivación ha llegado a ser, ni más ni menos, asegurarnos de que nada requiera nuestra atención.



Estoy aquí para contarte una verdad dolorosa: Facebook no requiere tu atención. Si te gusta, encuentras a amigos y te conectas con la familia, bendito sea. Durante el último siglo, a medida que las corporaciones se transformaban en los empleadores dominantes y las comunidades locales se desintegraban, las familias se dispersaron a todos los rincones del globo. Está muy bien disponer de un modo de reconectarse. Y si ocurre que te encanta cómo funciona y quieres utilizarlo para realzar la conectividad de tu reunión, a por ello. Al menos tomarás la decisión basándote en tu propia experiencia y observación directa de que es la herramienta adecuada para la tarea.



Lo que es totalmente injustificable, sin embargo, es la forma en la que los organizadores adoptan una estrategia de medios sociales por defecto, como si tenerla no fuera una opción sino un requisito. El peor enemigo de estas herramientas es este sentido de obligación hacia Facebook y el networking social. Terminamos por considerarlas como una gran fuerza que hay que reconocer, en lugar de aplicaciones con las que jugar. Nuestro pensamiento radical se emplea para corromper los sitios de networking social, en lugar de aprender cómo utilizarlos para representar nuestros impulsos revolucionarios.



Facebook no estará con nosotros eternamente, por mucho que cueste creérselo. No es una tecnología mediática revolucionaria –como Internet–, sino una sola aplicación que ayuda a limitar y dirigir nuestra actividad online. Ha habido muchos precursores y habrá muchos sucesores.



AOL proporcionó a los primeros internautas una suerte de piscina para niños donde podían practicar antes de adentrarse en la Web "de verdad". Friendster proporcionó a la gente una forma de conectarse con otras personas vía filtros y en un entorno más controlado que el correo electrónico o los tablones de noticias. Myspace proporcionó a los niños un canal para presentarse los unos a los otros y al mundo (y parecía invencible hasta que lo comprara Rupert Murdoch).



Tarde o temprano, Facebook correrá la misma suerte. El siguiente bombazo lo sustituirá –Diaspora u otra herramienta de conectividad social menos corporativa–. Aparecerá el signo delator de valor máximo: cuando se fusiona con alguna que otra gran empresa. Hay que recordar lo que hizo el jefe de AOL cuando se dio cuenta de que su reino había llegado a su fin. Adquirió TimeWarner con las acciones sobrevaloradas de su empresa. Myspace permitió que Newscorp le adquiriera. Tarde o temprano, Facebook seguirá el mismo camino.



Pero el simple hecho de debatirlo o incluso ponderarlo es una burrada. Con ello sólo se consigue hacer que, pase lo que pase en el sitio web (sí, es de veras sólo un sitio web), parezca tanto más central para nuestro trabajo y vida tanto online como offline. Realmente no es tan importante.



Ignóralo; en tu vida privada, pero lo que es más importante, en tu vida profesional. Si quieres, incluye ese pequeño icono en la home del sitio web de tu conferencia o a pie de las publicaciones en tu blog para que la gente "comparta" el enlace con sus amigos en Facebook (al lado de los enlaces hacia Twitter, Delicious y todo lo demás). Pero no te obligues a ti mismo o a tus verdaderas redes a "volverse sociales" vía Facebook o cualquier otra plataforma similar. Trabajas en el sector de los eventos, ¡por Dios! Representas justo lo que todas esas redes sociales intentan imitar. One+

Publicado
23/02/2011